Las viviendas tienen una forma de hacerle saber a sus dueños que están necesitando ya sea un poco de maquillaje, o una remodelación más integral.
Remodelar una propiedad recién comprada
Siempre que compramos una nueva propiedad en algún momento vamos a pensar en remodelar. Ya sea para adaptar la nueva vivienda a nuestros gustos o necesidades o porque los dueños anteriores no la hayan dejado en el mejor de los estados.
Remodelar de emergencia
Existen situaciones un poco extremas que pueden forzar la mano a la hora de remodelar. Filtraciones, roturas de cañerías, pisos levantados o paredes resquebrajadas son todos síntomas de que la remodelación se ha pospuesto por demasiado tiempo y que hay que poner manos a la obra de inmediato.
Remodelar superficialmente
Hablamos de renovaciones superficiales cuando remodelar se limita a pintar paredes, cambiar pisos o cualquier otro tipo de reciclaje que resulta más sencillo y más barato que una remodelación estructural. Este tipo de remodelación debe hacerse aún con mayor frecuencia, o nuestra casa irá poco a poco perdiendo el brillo que tenía en otras épocas.
Remodelar es reinvertir
Es cierto que la casa en la que vivimos es un bien personal que no se considera exactamente como una inversión, ya que no estamos recuperando el capital que gastamos en ella. Por supuesto que esto cambia a la hora de pensar en la reventa de nuestra propiedad. Es por ello imperdonable permitir que nuestra casa o departamento se venga abajo, ya que a la hora de venderlo, recibiremos una cantidad mucho menor de la que habríamos obtenido si nos hubiéramos ocupado de remodelar de a poco y con regularidad.