Hazlo tú mismo… o mejor no lo hagas nada

Jerónimo Moretti Jerónimo Moretti
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El espíritu emprendedor es maravilloso cuando tenemos las ganas, el tiempo, el espacio… y la habilidad. Si bien es cierto que las condiciones innatas están demasiado sobreestimadas, lo cierto es que no todos tienen la misma destreza a la hora de manipular herramientas, pensar de manera técnica o hacer realidad lo que se imaginan.

El objetivo de esta nota es echar luz sobre el complejo mundo de los DIY (do it yourself, en inglés) o del hágalo usted misma, como el famoso programa de televisión. Hay que tener ciertos aspectos en cuenta si queremos lograr resultados exitosos. Veamos.

Los desastres que nadie cuenta

Todos conocemos los casos de éxito, los videos maravillosos que nos muestran cómo, casi por arte de magia, sucede lo impensado y se logra el producto final. ¡Parece tan fácil! Pero no, no lo es, es complejo, es costoso y no tenemos las herramientas.

Lo cierto es que no todos los casos de éxitos que conocemos son el porcentaje total de las personas que se animaron a reparar, por ejemplo, una silla. Lo cierto es que hay un porcentaje bastante importante, y difícil de calcular, que no cuenta sobre los DIY que no pudieron realizar.

Qué hay que tener para hacer algo por nosotros mismos

DIY - Ornaments asdf12 Espacios comerciales Concesionarios

El espíritu emprendedor es maravilloso, mueve mares y abre fronteras. Nos estimula a crecer, nos presenta nuevos desafíos y nos permite crecer. 

Por eso, si queremos ser una persona que hace todo por sí mismo y logra arreglar, mejorar y cambiar los muebles y las cosas de nuestras casas, debemos tener un fuerte espíritu emprendedor, listo para arreglar, desarrollar o llevar adelante cualquier idea.

Los errores más comunes

Lo peor que podemos hacer es creernos que somos unos genios totales. No caigamos en las trampas del ego y seamos humildes. Conocer nuestras limitaciones es parte importantísima del aprendizaje, así como fortalecer nuestras virtudes. Tampoco podemos apurar los proyectos. Seamos pacientes y tomemos el tiempo necesario para equivocarnos.

¿Cómo que era ilegal?

Vemos un artículo que nos impulsa a innovar, a romper la pared a martillazos hasta tener un agujero para colocar una ventana que nos dará luz para ese ambiente oscuro. Entonces rompemos, seguimos los consejos del Hazlo tú mismo y nos creemos unos capos cuando todo resulta perfecto. Pero claro: no consultamos los papeles y quedamos al margen de la ley. Ojo que no se puede romper o construir sin consultar menos. Hay que ser cauto con esto. Primero cerciorémonos de estar dentro de la ley y después nos ponemos el traje de superhéroe de los Hazo tú mismo.

Primero lo pequeño

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Empezar por proyectos menores y facilísimos puede sonar aburrido sólo si queremos fracasar y somos apuradores con cuestiones en las que debemos ser pacientes. Antes de meternos con grandes obras, prioricemos el paso a paso, el ir de a poco, aprendamos y luego subamos la dificultad. Esto además nos permitirá calcular los tiempos, ya que los ejemplos a veces engañan porque parecen inmediatos. Bueno, no lo son. Lo que pensamos que puede durar una tarde se extiende por una semana y así abandonamos los proyectos.

¿Cómo evitar los desastres?

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Hay que planificar. Si no queremos fallar, hay que tener planes, pensar y medir lo que hacemos. No seamos arrebatados o arrebatadas. Precaución y planificación son nuestras amigas a la hora de encarar un Hazlo tú mismo.

Si nos aventuramos en la renovación del baño, no lo hagamos sin antes consultar y planificar. Pero eso también vale para los proyectos pequeños.

¿Probaste y te equivocaste? Contanos tu experiencia.

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