Originalmente, la arquitectura nace como respuesta a la necesidad humana de guarecernos del entorno. Por tanto, estos dos conceptos han estado siempre estrechamente relacionados, de manera que el uno influye sobre el otro y, viceversa. La arquitectura debe responder al paisaje, integrándose en éste sin perturbarlo. Y, por el lado contrario, según el entorno se creará una arquitectura u otra.
Tradicionalmente, la arquitectura se conformaba mediante la construcción de unas barreras, que nos protegían en todos los sentidos de la naturaleza, en las cuales se abrían unos pasos que permitían el contacto con el exterior. Actualmente, se le ha dado la vuelta al concepto y no sólo se integra la arquitectura en el paisaje sino que se busca la integración del paisaje en la propia arquitectura: se rompen las barreras. El espacio exterior se concibe como una extensión de la propia vivienda, como un espacio habitable y habitado donde la realidad exterior asume una existencia interior.
El comedor de esta vivienda, proyecto por Harquitectes, se abre al jardín formando parte de éste. El espacio no se concibe como el limitado por los muros, sino que fluye y se escapa al exterior a través de los dos grandes cerramientos de vidrio. Las barreras entre interior y exterior se diluyen: el paisaje se habita.
Mediante el empleo de un pavimento continuo que pasa a través de la fachada y penetra en el exterior, nos presenta Innerarchichtektur Berlin este espacio. Este salón-comedor tiene su razón de ser en la suma del interior y el exterior. Como si se tratara del mismo espacio, el interior se viste de elementos que se camuflan y mimetizan con el exterior de manera que el espacio delimitado desde el vidrio hacia adentro es solo una parte cubierta del espacio de vidrio hacia afuera.
Con vistas al lago se plantea esta estancia. Las barreras que delimitan el salón se vuelven transparentes dejando que el paisaje se convierta en los irreales
muros que delimitan el espacio. Un paisaje cambiante, como si de una película se tratara puede vivirse desde esta estancia.
Con un emplazamiento excepcional, la plaza de San Carlos en Torino, este estudio, diseñado por Ufiicio di Architettura, abre sus puertas, o mejor dicho, su mirada al exterior. Como si se tratase del telón de fondo de una obra, este espacio se convierte en protagonista de una gran obra italiana.
Todos adornamos nuestras paredes de cuadros que recogen paisajes, algunos realistas, otros intuidos pero, al fin y al cabo, paisajes. En esta vivienda, el concepto de cuadro se renueva, intetando representar la realidad misma de la manera más realista de todas: sin plagios, solo observándola. Como si de un lienzo se tratara, este hueco abierto en el muro nos proporciona un hueco por el que asomarnos al mundo, por el que la realidad se representa ante nosotros en su propia esencia cambiante.