La edificación donde se realizó el proyecto estaba en avanzado estado de deterioro, pero se decidió conservarla y restaurarla, poniendo en valor su arquitectura original, testimonio vivo de las tradiciones seculares de Mendoza.
En primer lugar, se limpiaron
y eliminaron todas las intervenciones realizadas por los diferentes inquilinos del edificio, dejando la base original. La fachada se conserva en su estado original. El muro de ladrillo con revoque grueso y fino. Se reparó el revoque y se mantuvieron las molduras, aplicando dos tonalidades de grises: más oscuro en la parte inferior y más claro en el área superior donde se encuentran las molduras. Se realizó un refuerzo estructural metálico en el vano existente de la ventana, para ampliarlo y colocar una abertura de vidrio repartido con estructura metálica de perfiles angulares y cristales traslúcidos y color ámbar. La entrada está precedida por un zaguán que permanece abierto durante el día y se cierra cuando finaliza la atención al público con una cortina metálica automática. Este hall es un preámbulo que anticipa la esencia espacial del lugar: se realizaron los cerramientos y puerta principal con carpintería de vidrio repartido y se mantuvo el cielorraso original con una pátina; en la parte superior de los muros permanecen los revoques soplados, acusando el paso del tiempo; el detalle final es una lámpara colgante antigua.
El resultado es una casona antigua que amalgama con sutileza el carácter de la arquitectura contemporánea, con una intervención respetuosa que transmite toda la riqueza y autenticidad de la cultura y tradiciones mendocinas, tanto por sus características edilicias como por su ubicación. Otro lugar especial para disfrutar mientras se trabaja, o compartir un momento en familia o amigos.